El presente artículo es una introducción al
libro
Pioneros de la coca y la cocaína
Leer
primera entrega
En la anterior entrega dijimos que, a pesar de que los
nativos de los países andinos conocían la coca desde
tiempos inmemoriales, fue sólo a mediados del siglo XIX
cuando se despertó en Europa gran interés por esta
sustancia. También ofrecimos testimonios de algunos de
los investigadores más destacados, entre ellos el de
Ernst von Bibra, autor del libro Las drogas beneficiosas
para el hombre.
Las drogas de la vida cotidiana
Unos meses antes de publicarse el libro de Ernst von
Bibra (1806 – 1878), James Johnston (1796 – 1855) había
publicado The Chemistry of Common Life (La
química de la vida cotidiana), el primer tratado
general sobre drogas. Johnston nació el 13 de septiembre
de 1796 en Paisley, Escocia. Estudió teología, filosofía
y química, y tras diversas peripecias y trabajos, en
1830 se casó con una rica heredera, lo cual le permitió
dedicarse plenamente a su afición, la ciencia. Fue uno
de los fundadores de la Asociación Británica para el
Progreso de la Ciencia y miembro de otros importantes
organismos de Inglaterra, Escocia y Estados Unidos
relacionados con la investigación. Sus obras más
importantes son Conferencias sobre química agrícola y
geología (1841),
Catecismo de química agrícola y geología (1844) y,
por supuesto,
The chemistry of common life, publicada entre 1853
y 1855, el año de su muerte. Por primera vez en la
historia, un autor se dedicaba a recopilar en un solo
libro todo lo conocido hasta ese momento en materia de
sustancias psicoactivas, incluyendo algunas tan actuales
y familiares para nosotros como la coca, el opio, el
tabaco, la lechuga silvestre y el cannabis. Su
publicación fue rápidamente emulada por el alemán von
Bibra (1855) —de quien ya hemos hablado—, por el inglés
Mordecai Cooke con su libro Las siete hermanas del
sueño (1860); y, ya en el siglo XX, por los alemanes
Carl Hartwich, con Las drogas del hombre (1911),
y Louis Lewin, con Phantastica (1931).
Leyendo algunos de los pasajes en los que Johnston habla
sobre la coca podemos darnos cuenta de la relevancia de
su obra: “La coca, el narcótico de los Andes, tiene el
mismo interés que los narcóticos de los países europeos
y asiáticos, tanto en el ámbito fisiológico como en el
social. Es poco conocida en Europa, y su consumo está
mayormente limitado a los indios nativos de Bolivia y
Perú (…) Las hojas de coca poseen dos extraordinarias
cualidades desconocidas en cualquier otra sustancia. En
primer lugar, cuando se mastican reducen el deseo y la
necesidad de comer. No sólo permiten a quien las
mastica, como hacen los licores y el opio, desarrollar
más energía nerviosa durante algún tiempo, sino que en
realidad, con la misma cantidad de comida, pueden
realizar un trabajo más agotador o de mayor duración.
Con una pequeña ración de maíz seco o de harina de
centeno, el indio, si se le suministra coca, carga los
fardos más pesados por las laderas de las montañas o
cava durante años en las minas más profundas, insensible
al cansancio, el frío y el hambre (…) La otra propiedad
extraordinaria de la hoja de coca consiste en que,
cuando se mastica o se toma en forma de infusión, al
estilo del té, previene la aparición de la dificultad
para respirar que se suele sentir al ascender las largas
y escarpadas laderas de los Andes”.
Las siete hermanas del sueño
Así se titula el tratado de Mordecai Cooke (1825 –
1915), una obra más literaria y menos rigurosa que sus
dos predecesoras, pero igualmente informativa en lo que
a drogas se refiere. En sus veintiséis capítulos cubre
todas las sustancias psicoactivas conocidas, incluidos
el cannabis y la coca. Lo que nos dice sobre ésta no es
menos interesante que el anterior texto de Johnston: “La
palabra con la que se conoce esta planta ha sido
atribuida, por su etimología, a la lengua aymara, en la
cual khoka significa ‘árbol’ o ‘planta’. Este
arbusto crece hasta alcanzar una altura de entre 1,2 y
2,4 metros. El tallo está cubierto por tubérculos
blanquecinos que parecen estar formados por dos líneas
curvas enfrentadas. Las hojas son oblongas, agudas en
los extremos, y miden entre 4 y 5 centímetros de
longitud. Las hojas son la única parte que se utiliza, y
para este propósito son recogen y se secan. Se cultiva
extensamente en el clima suave, pero muy húmedo, de los
Andes del Perú, a una altura de entre 600 y 1600 metros
sobre el nivel del mar; en climas más fríos suele morir,
y en los más cálidos se pierde el aroma de la hoja (…)
La planta de coca se germina en semilleros, donde se
riega con cuidado. Cuando alcanza unos 40 ó 45
centímetros de altura se trasplanta a plantaciones
llamadas cocales, en pendientes situadas en las
laderas de las montañas. Después de un año y medio la
planta da su primera cosecha, y sigue dando cosechas
desde ese momento hasta que tiene cuarenta años, o
incluso más. Han existido casos de plantaciones de coca
que han llegado a durar casi un siglo, pero las plantas
que tienen entre tres y seis años son las que dan más
abundancia de hojas. Hay cuatro cosechas durante la
estación; la primera tiene lugar durante el período de
floración, y consiste tan sólo en las hojas más bajas.
Éstas son más largas, tienen menos aroma que las que se
recolectan después, y en su mayor parte se consumen
inmediatamente. La siguiente y más abundante recolección
tiene lugar en marzo; la tercera, y más escasa, en junio
o julio; y la última en noviembre
Las hojas se recogen de manera similar a las del té.
Para ello se utilizan mujeres y niños. El recolector se
pone en cuclillas, sujeta la rama con una mano y le
quita las hojas, una a una, con la otra. Se depositan en
una tela, y después se meten en sacos para
transportarlas fuera de la plantación. Los sacos llenos
de hojas se trasladan a las haciendas, donde se
extienden sobre el suelo de pizarra negra para secarlas
al sol. Después se empaquetan en fardos hechos con hojas
de banano, muy comprimidas, y cada fardo contiene unos
11 kilogramos por término medio. El precio que obtiene
el cultivador es de unos dos chelines por kilogramo (…)
La coca posee un olor ligeramente aromático y agradable,
y cuando se mastica desprende una agradable fragancia;
su sabor es moderadamente amargo y astringente, y se
parece en cierto modo al té verde; tiñe la saliva de un
color verdoso. Sus efectos sobre el organismo son
estomacales y tónicos, y se dice que es beneficiosa para
prevenir las fiebres intermitentes, endémicas en esta
región”.

Paolo Mantegazza, el pionero italiano de la coca
Pero no sólo en Gran Bretaña y Alemania hubo científicos
que se dedicaron a describir los beneficios de las
drogas. En Italia, el neurólogo y fisiólogo Paolo
Mantegazza (1831 – 1910) investigó y experimentó con
coca y otras sustancias. Nació en Monza en 1831, viajó
por Sudamérica, practicó la medicina en Argentina y
Paraguay, y al volver a Italia le fue concedido el
puesto de cirujano en el Hospital de Milán y el de
profesor de Patología en la Universidad de Pavía. En
1870 añadió a sus cargos la cátedra de Antropología del
Instituto de Estudios Superiores de Florencia, donde
fundó el Museo de Antropología y la Sociedad
Antropológica Italiana. También se implicó en política,
y fue elegido diputado y después senador. Desde su
liberalismo en lo político y su darwinismo en lo
científico se opuso a la enorme influencia del
catolicismo en su país. Consumió hojas de coca durante
muchos años, y los resultados que obtuvo fueron
espectaculares. En 1858 publicó un artículo titulado
“Sulle virtù igieniche e medicinali della coca e sugli
alimenti nervosi in generale” (“Sobre las virtudes
higiénicas y medicinales de la coca y sobre la nutrición
nerviosa en general”), y el año siguiente
“Sull'introduzione in Europa della coca, nuovo alimento
nervoso” (“Sobre la introducción en Europa de la coca,
un nuevo alimento nervioso”), en los que describió sus
efectos positivos sobre el rendimiento físico y mental.
Mantegazza aseguraba que un hombre adulto puede utilizar
coca en abundancia sin inconvenientes, y consideraba que
las drogas son sustancias beneficiosas y necesarias,
hasta el extremo de que podrían mejorar la humanidad en
el futuro.
Sin duda, tal como
reivindica el etnobotánico, investigador y escritor
Giorgio Samorini, debemos incluir a Mantegazza entre los
pioneros de la psicofarmacología, junto a Johnston, von
Bibra, Cooke, Hartwich y Lewin. Seguramente el hecho de
haber sido italiano y de haber escrito en ese idioma le
ha negado mayores honores. Samorini ofrece un comentario
de Albert Hofmann al respecto: “Es verdaderamente
extraño que una obra tan importante como la de Paolo
Mantegazza no haya recibido la atención que merecía en
los libros ingleses y alemanes sobre drogas”.
Históricamente, fue el principal responsable de que la
coca se pusiera de moda, y todos los ensayos de
investigadores posteriores se basaron en lo que él
estableció. Además, sus intereses fueron mucho más
amplios, ya que en su libro Descripciones de la
naturaleza humana. Fiestas y embriagueces (1871)
presentó una clasificación de todas los psicoactivos
sesenta años antes que Lewin, y estudió con todo detalle
el alcohol, el café, el té, el mate, la guaraná, el
tabaco, el opio, el cannabis y la coca, entre otros.
Incluso trató la ayahuasca, si bien la clasificó de
forma incorrecta. Para finalizar, ofrecemos un pasaje
que resume perfectamente su opinión sobre la coca: “Me
burlaba de los pobres mortales condenados a vivir en
este valle de lágrimas mientras yo, impulsado por las
alas de dos hojas de coca, recorría volando los espacios
de 77.438 mundos, cada uno más espléndido que el
anterior… Una hora más tarde tenía la tranquilidad
suficiente para escribir estas palabras con mano firme:
Dios es injusto por no hacer al hombre capaz de sostener
el efecto de la coca durante toda su vida. Prefiero
disfrutar de una vida útil de diez años con coca que
otra de 10.000.000 (podemos añadir todos los ceros que
queramos) siglos sin coca”.
Con el científico-político italiano finalizamos la
exposición de los pioneros europeos de esta planta
originaria de Sudamérica. En la próxima entrega
hablaremos sobre la síntesis de la cocaína y las
primeras investigaciones farmacológicas y médicas
relacionadas con ella. También diremos algo sobre el
Vino Coca Mariani, el tónico reconstituyente más famoso
de la historia, cuyo principal ingrediente el lector
puede fácilmente adivinar y que fue el padre de la
omnipresente Coca-Cola. En nuestra historia aparecerá
también el neurólogo, psiquiatra y escritor Sigmund
Freud, ferviente defensor del consumo de cocaína con
fines medicinales. Todos estos autores (y algunos más)
están presentes en Pioneros de la coca y la cocaína.
Esperamos que estos artículos que les estamos ofreciendo
sean la mejor introducción posible a nuestro libro.
(Continuará)
Historia de la coca y la cocaína - Biblioteca Letras Psicoactivas
Referencias
- Pioneros de la coca y
la cocaína, Biblioteca Letras Psicoactivas,
Ediciones El Peón Espía, 2011. Autores: Aleister Crowley,
José Carlos Bouso, Jordi Riba, Fernando Caudevilla, Karl
Koller, Ángelo Mariani, J. C. Ruiz Franco y otros.
- Von Bibra, Ernst, Las
drogas beneficiosas para el hombre, Biblioteca
Letras Psicoactivas. Publicación: año 2012. En
Pioneros de la coca y la cocaína está incluido el
capítulo que von Bibra dedica a la coca.
Obra original: Von Bibra, Ernst, Die narkotischen
Genussmittel und der Mensch, Wilhelm Schmid,
Nuremberg, 1855.
- Samorini, Giorgio, “Paolo Mantegazza (1831-1910):
Italian pioneer in the studies on drugs”, Eleusis,
nº 2, pp. 14-20, 1995.
En: http://www.samorini.it/doc1/sam/sam-1995-manteg.pdf.
- Mantegazza, Paolo, Quadri della natura umana -
Feste ed ebbrezze, Milano, Bernardoni Edit. 1871.
- Mantegazza, Paolo, “Sulle virtù igieniche e
medicinali della coca e sugli alimenti nervosi in
generale”, Ann. Univ. Med., 167: 449-519 (1858).
- Mantegazza, Paolo,
“Sull'introduzione in Europa della coca, nuovo alimento
nervoso”, Ann. Chim. Appl. Med., 29 (3°s.) :18-21
(1859).
- Portal en Internet de
Biblioteca Letras Psicoactivas: http://www.letras-psicoactivas.es.

Índice de contenidos del libro:
Historia de la coca y la cocaína
J. C. Ruiz Franco
Coca (Erythroxylon coca)
Barón Ernst von Bibra
Nuestra Señora de Yungas
Mordecai Cooke
Las drogas que consumimos. La coca
Johnston
El efecto fisiológico y la importancia del cloruro de
cocaína
Theodor Aschenbrandt
Sobre la coca
Sigmund Freud
La cocaína y sus sales
E. Merck
Sobre el uso de cocaína para anestesiar el ojo
Karl Koller
La coca erythroxylon y sus derivados
Parke, Davis & Company
La coca y sus aplicaciones terapéuticas
Ángelo Mariani
Cocaína
Aleister Crowley
La coca: Una tradición andina
Movimiento Tupay Katari
Observaciones sobre la neurobiología de la cocaína y
la adicción a esta sustancia
José Carlos Bouso y
Jordi Riba
Efectos y riesgos de la cocaína
Fernando Caudevilla
Gálligo
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